Fundadora de ConCiencia Oceánica

Desde las costas de Chile y con una visión global, esta joven estudiante y deportista ha demostrado que la edad no es un límite cuando se trata de cambiar el mundo. Alejandra es la fundadora de ConCiencia Oceánica, una fundación sin fines de lucro que busca promover el Objetivo de Desarrollo Sostenible N.º 14: Vida Submarina, a través de la educación ambiental en niños y niñas que viven en ciudades y pueblos costeros del país.

Su amor por el mar no es casualidad: Alejandra es seleccionada nacional de vela en la clase ILCA, disciplina en la que ha representado a Chile con pasión y compromiso. Asimismo, cuenta con certificación PADI como buceadora autónoma. Esa misma conexión profunda con el océano es la que la motivó a emprender esta iniciativa social y educativa, convencida de que la protección de nuestros mares empieza por el conocimiento y la conciencia desde temprana edad.

Además de su trayectoria deportiva, Alejandra destaca por su excelencia académica. Fue alumna seleccionada en el programa internacional YYGS: Solving Global Challenges de la Universidad de Yale, y participó en el Foro de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe 2024, donde buscó ampliar su perspectiva sobre los desafíos ambientales y sociales que enfrenta el planeta.

En sus propias palabras, lo que más la impulsa es “la falta de información que aún existe en la sociedad, especialmente en temas ambientales. Los jóvenes tienen un rol fundamental en la protección de los ecosistemas, pero no puede asumirlo si no tienen acceso al conocimiento”.

Su otra gran pasión es la enseñanza. Por eso, su fundación no solo entrega contenidos teóricos sobre biodiversidad marina y sostenibilidad, sino que también trabaja con metodologías participativas y talleres prácticos, donde los jóvenes pueden aprender de forma activa y significativa.

Alejandra Aldunate es una joven que no esperó a ser adulta para actuar. Con su proyecto, está sembrando educación, conciencia y liderazgo en las nuevas generaciones, demostrando que el cambio verdadero empieza cuando alguien, aunque solo tenga 16 años, decide no quedarse quieto.